Me gusta viajar con mochila y tienda de campaña porque cada día pasa algo nuevo. Esta experiencia no se puede vivir en casa. Viajar nos hace valorar lo que tenemos. Caminar por un sendero con mochila siempre trae nuevas imágenes, olores y sonidos. Este es un sentimiento de libertad completa. Cada vuelta ya es un evento. Podemos comunicarnos con la gente local y aprender algo que no está escrito en los libros. Conocemos a la gente nueva y nos inspiramos en probar algo nuevo. ¡Viajar es como soñar despierto!
Los últimos dos años caminamos por el sendero Valdai en la región de Nóvgorod. Nos gustó mucho, pero lamentablemente todavía no conocemos otros senderos marcados, así que mi papá y yo decidimos intentar inventar algo propio. Según las condiciones climáticas, Crimea era adecuada para unas vacaciones de primavera. Nos dio un poco de miedo, pero decidimos arriesgar.
Este bloque está destinado a aquellas personas que quieran realizar senderismo con mochila y tienda de campaña, pero aún no tienen la experiencia suficiente. Aquí pueden ver nuestra ruta en el mapa y descargarla en un dispositivo de navegación GPS especial de Garmin o en teléfono. También necesitarán hacer un plan diario, una lista de equipos y preparar un plan de comidas. (El plan de comidas es un conjunto de productos calculado por día que estamos llevando con nosotros).
El día 1, domingo.
A eso de la una de la tarde nuestro tren llegó a Simferópol. Cogimos un taxi y nos dirigimos al pueblo de Zalésnoye, salimos de allí y fuimos a las montañas. Mangup-Kalé es una ciudad medieval fortificada. No muy lejos del punto más alto de Mangup-Kalé almorzamos, caminamos unos kilómetros más y montamos una tienda de campaña. Cuando estaba cortando una cebolla, me corté un dedo, papá me curó la herida y aplicó un vendaje. Encendimos un fuego, cocinamos lentejas y comimos. La verdad es que siempre cocinamos con una cocinilla de camping y encendemos el fuego sólo donde es seguro: para calentarnos y sentirnos cómodos. Durante el día vencimos unos 6 kilómetros de distancia aunque caminamos muchisimos más. Papá y el Capitán Jaba estaban alegres, pero yo estaba muy cansada. A pesar de esto fuimos a mirar las estrellas. Vimos tres constelaciones: Osa Mayor, Osa Menor y Cinturón de Orión. La carretera pasaba por debajo de nosotros y desde arriba parecía un pequeño sendero. Papá y su amigo se sentaron junto al fuego durante mucho tiempo, yo me metí en mi saco de dormir e inmediatamente me quedé dormida.
El día 2, lunes.
Por la mañana nos levantamos y cocinamos gachas de arroz. Mientras caminábamos, vimos muchas flores diferentes. Estábamos en marzo, pero llevábamos pantalones cortos porque hacía bastante calor. Estábamos jugando un juego de rol. Papá era un entrenador alemán llamado Werner. El Capitán Jaba era un científico chino llamado O-Len. Yo era un estudiante. El entrenador fue estricto: cuando me cansé, dijo: "Schnell, schnell", y el científico chino permaneció pensativo en silencio. El Capitán Jaba es un vegetariano estricto, hace una comida al día y no come carne. Pero papá y yo teniámos mucha hambre, así que paramos a almorzar y cocinamos una sopa con pimienta, aunque no quedó muy buena. Durante el día caminamos 13,3 kilómetros. Por la noche vino un perro y le dimos de comer queso. Lo llamamos el Espíritu del Bosque. Luego los cuatro caminamos un rato.
El día 3, martes.
Como de costumbre por la mañana nos levantamos y nos fuimos. Para almorzar paramos cerca de una cascada que tenía unos 20 metros de altura. El agua era de manantial y podíamos beberla. En general, hay poca agua en las montañas de Crimea, es necesario conocer lugares especiales donde hay pozos. Los marcamos en el mapa con anticipación, este es uno de ellos. Ese día caminamos 17 kilómetros, fue el día más largo y difícil de la caminata. Montamos nuestra tienda de campaña cerca del río Uzundzha. Cuando lo cruzamos en un tronco, caí al río con un pie, menos mal que no era profundo. Sequé la bota cerca del fuego.
El día 4, miércoles.
Esa noche tuve un sueño extraño. Participé en algunas competiciones del futuro. Mi compañera podría teletransportarse. Justo ese día encontré una concha. Quizás fue una garra fosilizada de cangrejo. Lo tomé y seguimos adelante. Caminamos por la reserva paisajística de Baydarsky y casi no tuvimos camino llano: arriba y abajo. Por tanto, resulta mucho más lento que si caminas por la llanura todo el tiempo. Ese día no almorzamos, sino que nos conformamos con un tomar un bocata para tener tiempo de completar la ruta prevista, y el Capitán Jaba rechazó tomar el bocata. Paramos a pernoctar a aproximadamente un kilómetro de una casa abandonada. Era hora de parar, pero no queríamos pararnos al lado de esa casa y no sabíamos lo que nos esperaba. Entonces decidimos retroceder un poco. Cuando oscureció, fuimos a buscar agua y vimos que en el arroyo cerca del cual nos detuvimos había nadando muchas babosas, caracoles y algunos otros seres vivos. Dejamos las tazas en el suelo y ellas también se arrastraron hasta allí. Un ratón se acercó a nuestro fuego, le ofrecimos papilla, pero él se negó. En total caminamos más de 12 kilómetros ese día.
El día 5, jueves.
¡Por la mañana vimos 3 corzos! Comían hierba. ¡Tenían colasitas blancas tan bonitas! Los corzos no nos notaron de inmediato y logramos filmarlos. Luego se alejaron por si acaso. Les dejamos unas galletas y nos fuimos. Ese día vimos en el bosque un monumento a los guerrilleros que abandonaron Sevastópol durante la Gran Guerra Patria de 1941−1945. Este fue nuestro último día en el bosque en ese viaje. Salimos del bosque, caminamos unos kilómetros más y llegamos a un acantilado sobre el mar. Desde aquí puedes ver cómo es redondeado nuestro planeta Tierra. La altura del acantilado es de 650 metros, lo sabemos por el navegante. Luego vimos el templo. Puse una vela allí. Dicen que hacen esto para agradecer al destino. Luego llamamos un taxi y nos dirigimos a Sevastópol. El taxista se quedó sin gasolina y se dirigió a la gasolinera. Y cuando regresó, nos trajo un trozo de metralla de un dron que explotó. Ese día nos quedamos con amigos que viven en Sevastópol. Nos lavamos, almorzamos y salimos a caminar por la ciudad. Vimos una tienda con cebollas turcas y compramos algunas para nuestros compañeros y la maestra. Luego dimos otro paseo por el terraplén. Cuando oscureció fuimos a la cafetería Georgian Cuisine y pedimos khinkali. Y nos fuimos a casa a acostarnos. Ese día caminamos 7,6 kilómetros de ruta.
El día 6, viernes.
Llegamos de Sevastópol a Simferópol en tren. Allí subimos al tren y nos fuimos a casa, porque al día siguiente era mi cumpleaños.
P.D. Desafortunadamente, dejamos la cámara en casa y necesitábamos ahorrar batería del teléfono. Por eso tenemos poco fotos.